BANHAM, R. (2011). The New Brutalism. October, 136, 19–28. http://www.jstor.org/stable/23014862
Reyner Banham define el Nuevo Brutalismo a través de tres tesis: la creación de imágenes memorables, la exposición clara de la estructura y la valoración de los materiales tal como están. A través de esta revisión del movimiento moderno, Banham reflexiona sobre el trabajo de su generación de historiadores de la arquitectura y ofrece una nueva perspectiva sobre cómo imagen y textura pueden interrelacionarse.
Este texto reflexiona sobre la creación y los orígenes del término «Nuevo Brutalismo» y su conexión con los movimientos históricos y las ideas de la arquitectura moderna. Se describe cómo los historiadores contemporáneos de la arquitectura han influido en la historia del movimiento moderno, y cómo el Nuevo Brutalismo, como primer movimiento autóctono, confunde las categorías clásicas de la historia del arte. El término originalmente fue un término peyorativo usado por los comunistas para referirse a las características de la arquitectura moderna que se consideraban moralmente reprochables, pero que luego adquirió una nueva connotación dentro del debate arquitectónico. Se analiza también el impacto de la historia del arte, especialmente el concepto de «Nuevo Humanismo», en la evolución de estas ideas.
Se analiza la evolución y características del movimiento arquitectónico conocido como «Nueva Brutalidad». Este estilo se aleja de la arquitectura clásica y moderna basada en la simetría y la estética convencional, y abraza una aproximación más cruda, visceral y emocional. Los edificios de la Nueva Brutalidad, como el proyecto Hunstanton de los Smithsons, son descritos por su uso honesto y directo de los materiales, su énfasis en la estructura visible y su capacidad para generar una respuesta emocional.
La «imagen» en la arquitectura brutalista no se refiere a la belleza tradicional, sino a la capacidad del edificio para afectar al espectador de manera directa, lo que marca una ruptura con las normas académicas. A través de ejemplos como el diseño de Sheffield, se muestra que la Nueva Brutalidad no depende de una geometría formal, sino que se centra en la conexión emocional y la relación entre la estructura, los materiales y el espacio.
Este movimiento se caracteriza por su rechazo al academicismo y su interés por la autenticidad en la construcción, utilizando una estética más «bruta» que pone énfasis en la percepción directa de los materiales y la estructura. En última instancia, la Nueva Brutalidad representa una contribución importante a la arquitectura contemporánea, alejándose de las influencias del pasado y enfocándose en una arquitectura del presente.
El movimiento de la Nueva Brutalidad, impulsado por arquitectos como los Smithsons, también desafió las normas de funcionalismo puro, buscando una estética que no se limitara solo a servir a la función, sino que también tuviera una fuerte presencia visual que evocara emociones en el espectador. Este enfoque se vio influenciado por una interpretación más amplia de lo que podría ser considerado «belleza», en la que los materiales y la estructura no se ocultaban, sino que se exponían abiertamente. Con un rechazo al diseño decorativo y una preferencia por la honestidad en la presentación de los materiales «tal como son», la Nueva Brutalidad dio paso a una arquitectura que se aleja de la perfección técnica de los estilos anteriores para enfocarse en la crudeza y la autenticidad emocional. Esta filosofía también marcó una ruptura con la arquitectura académica tradicional y la adopción de nuevas formas de composición, como la topología, que ofrecieron una nueva manera de concebir los espacios y su relación con el ser humano.