Schlögel, K. (2021). El siglo soviético. Arqueología de un mundo perdido. Galaxia Gutenberg.
Magnitogorsk es una ciudad industrial localizada en el Óblast de Cheliábinsk, aproximadamente a unos 1200 kilómetros de Moscú. La ciudad se construyó en servicio al complejo industrial, el cual contaba con 130 fábricas, 10 altos hornos, 34 hornos Siemens Martin y una longitud de 20 kilómetros.
Recibió su nombre por el Monte Magnitnaya y, durante el período del primer plan quinquenal de Stalin, se constituyó como uno de los principales símbolos de la modernización de la Unión Soviética. La explotación mineral de la región fue uno de los puntos centrales de la Comisión Estatal para la Electrificación de Rusia (GOELRO) para el desarrollo de su plan de recuperación económica nacional. Como una productora de acero, Magnitogorsk fue una de las principales proveedoras del material para la Unión Soviética, produciendo, hacia 1935, un cuarto de la producción total soviética.
La construcción de la planta inició en 1929, mucho antes de que se iniciara la construcción de la ciudad adyacente. Los primeros obreros que llegaron a Magnitogorsk vivieron por años en tiendas de campaña, cuevas y, tras un tiempo, en barracones. Su situación sería diferente en los albores de la Segunda Guerra Mundial, ya que la construcción de la ciudad había concluido para ese momento.
La ciudad socialista (sotsgorod) que creció en la periferia de la fábrica era, hacia 1939, el hogar de 150,000 personas. Se construyeron cines, parques culturales y de edificios prefabricados que constituyeron la primera capa de la ciudad. Más tarde, las futuras expansiones integraron escuelas, colonias y estatuas en honor a los héroes del socialismo. El crecimiento de la ciudad continuó después de la guerra, ahora liderado por los arquitectos de Leningrado que diseñaron sus proyectos basados en esta ciudad.
Sin embargo, a pesar de que Magnitogorsk era considerado como uno de los proyectos más representativos de la modernidad soviética y que trabajar allí era considerado por el Estado como un símbolo de dedicación, esto no evitó la implementación de trabajo forzado durante su construcción. Los obreros de Magnitogorsk, oriundos de diversas naciones y producto de diferentes contextos socioeconómicos, también provenían de los gulags soviéticos. Muchos de ellos, los antiguos terratenientes, los popes y las prostitutas, por ejemplo, fueron enviados a Magnitogorsk para trabajar y, a su vez, ser parte de un proyecto de reeducación que los integrara al nuevo régimen.
Las condiciones iniciales en las que residieron los primeros trabajadores de la fábrica contrastan con la situación que vivió otro sector de la población: el estadounidense. Desde 1929, año de la Gran Depresión, decenas de trabajadores, ingenieros y arquitectos habían emigrado de Estados Unidos en busca de oportunidades en otros países. Algunos de ellos llegaron a la entonces joven Unión Soviética y le proporcionaron sus conocimientos.
Debido a que la industria soviética no contaba con el equipo necesario para llevar a cabo sus grandes proyectos, junto a la mano de obra se importó maquinaría de países como Estados Unidos. Magnitogorsk fue construida con tecnología de la empresa McKee a cambio de una suma millonaria de rublos. Ya en el sitio, los ingenieros americanos y alemanes fueron instalados en el barrio Berioski, el cual fue construido a la manera americana. A diferencia de los obreros soviéticos, la «América en miniatura» contaba, por ejemplo, con calefacción para el invierno y agua corriente a lo largo de las 150 cabañas que siguen existiendo en la actualidad.