Fuente:

Covo Torres, J. (1987). Picasso en cubitos. Editorial Dante., Sureda, J., & Guasch, A. M. (1993). La trama de lo moderno. Ediciones Akal.


Les demoicelles d’Avignón (1907) es una obra del pintor español Pablo Picasso considerada como la iniciadora del cubismo, consagrando su estilo influenciado por las esculturas del periodo arcaico y las máscaras africanas, de las cuales aprende que la belleza es subjetiva y que el uso de líneas simples y motivos geométricos pueden generar dramatismo. Fue severamente criticada por los artistas, coleccionistas y críticos de su momento, quienes no entendían el rumbo que tomaba Picasso con esta obra, incluso Henry Matisse decía que era un ultraje, un intento por ridiculizar al movimiento moderno. Toda esta crítica fue la principal causa de que, pese a haber sido pintada en 1907, fuera expuesta al público nueve años después, no sin antes haber inspirado a Georges Braque, quien —aunque tuvo sus dudas— se unió a la vanguardia.

Se dice que Las once mil vergas de Guillaume Apollinaire fue de gran inspiración para la creación de esta obra, pues produjo en Picasso el deseo de pintar un cuadro con potencia y erotismo; se inspira además de obras como Visión del Apocalipsis de El Greco, Las Bañistas de Paul Cezanne y El baño turco de Jean-Auguste-Dominique Ingres. Fue pintada durante los primeros años de Picasso en Paris, después del Retrato de Gertrude Stein (1906); respecto al título se dice que Apollinaire fue el primero en nombrarla, pues Picasso no solía designar un título a sus obras hasta pasado el tiempo, este la llamó El burdel filosófico. Después André Salmon la nombró Les demoiselles d’Avinyó, una calle de Barcelona donde había prostíbulos, no obstante, al no ser tan conocida el público habitual confundía Avinyó con el nombre la ciudad francesa de Aviñón, cuando el cuadro se presenta al público en 1916 lo hace con el título de Les demoiselles d’Avignon.

En sus primeras ediciones incluía a un marinero y a un estudiante que son descartados para dar prioridad a las prostitutas; es interpretada como un retrato de la fascinación por los burdeles y el temor a las enfermedades de transmisión sexual como la sífilis, que hace que el sexo y la muerte estén estrechamente unidos. El cuadro se dividide en tres secciones y cuenta con cinco figuras humanas deformadas en un espacio carente de luz o sombras pero con una gran colorido. Picasso juega con la perspectiva de las figuras centrales, presentándolas como si estuvieran de pie pese a tener la apariencia de estar recostadas. Hacia los costados, las figuras de la derecha presentan una descomposición particular del cuerpo, además de rostros muy similares a las máscaras africanas. La figura agachada esta pintada de modo que el espectador puede imaginarla de frente como de espalda; del lado izquierdo se aprecia una figura de perfil cuyo rostro asemeja a las máscaras ibéricas, además de presentar pechos reducidos a formas geométricas. En la parte inferior hay un bodegón de frutas de colores enfermizos que incide en el mensaje de la obra y aporta a la composición.

En esta obra Picasso busca experimentar con una nueva forma de pintar que rompa con la concepción de que una imagen es únicamente representable desde un punto de vista, una obra de gran formato (2,44 x 2,33 metros) muy extraña respecto al arte que se producía en su momento, convertida en una obra icónica cuando la adquiere Alfred H. Barr Jr., quien declara a esta como la obra fundamental de Picasso. El cuadro es adquirido en 1939 por el MoMA, donde permanece hasta nuestros días.

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Cultura material

Las señoritas de Aviñón

Tema: Cubismo

Tiempo: 1900- 1909